Dice el Tao - Tê - Ching
Conserva
como meta el vacío absoluto;
Permanece en estado de perfecta paz.
Todas las cosas entran en la
existencia,
Y desde allí las vemos regresar,
Contempla las cosas que florecen;
Cada una vuelve a su origen.
Regresar al origen se llama paz;
Es la regresión al destino.
El regreso al destino se llama
eternidad.
El que conoce la eternidad se llama
iluminado.
El que desconoce la eternidad está
abocado a la miseria.
Conociendo la eternidad, lo abarca
todo.
El que todo lo abarca es grandioso
Siendo grandioso, es omnipresente.
Si es omnipresente, es supremo.
Aquel que alcanza el Tao es
inmortal.
Aunque su cuerpo muera, nunca parecerá.
El
practicante de T’ai Chi, al realizar la forma, debe centrar su atención en
buscar el nacimiento de todos sus movimientos para lograr percibir una sola
corriente de energía que recorre el organismo y, en su caso, proyectarse al
exterior.
La unidad debe ser producto de la calma.
El ojo interior debe dibujar el sueño de una fuente que abreva de un cántaro
sin fin, un tranquilo río que hunde repentinamente en una cascada, un grano que
pez que se sumerge a descansar en las profundidades del Lago.
Nuestro oído debe atrapar, en idéntica proporción, los sonidos del exterior
sin producir alteración pero captando su acción la
ingresa a nuestra corriente de movimiento.
Nuestra piel, debe permitirse a través de la relajación, una alta
sensibilidad que disponga libertad para nuestra musculatura y hasta trasmitan a
nuestros sentidos como circula la sangre.
Con este marco, el espíritu abrirá los portales de un estado, semejante al
estar entre nieblas, de gran apertura y, paradójicamente, de significativa
introspección. (Hsuan Men)
Por supuesto, el dominio técnico debe estar consolidado pues ni la memoria o el
agotamiento deben interrumpir este procedimiento.
Al practicar T’ai Chi Ch’uan, se realizan cantidades de
ejercicios conjuntos. Desde los más físicos destinados a mejorar el aspecto
exterior del individuo, hasta aquellos ejercicio mas internos destinados a
formar, modificar y ocasionalmente, con una práctica seria transformar el
interior de la persona de tal forma que resulte en un todo equilibrado y
armónico.
Al practicar T’ai Chi Ch’uan podemos observar como se
desarrollan tres grandes aspectos:
-
El aspecto dedicado a la salud
-
El aspecto dedicado a lo marcial
-
El aspecto dedicado al cultivo del espíritu
Cuando el practicante se mueve, pone en funcionamiento toda
una serie mecanismos destinados a hacer circular el chi y la sangre.
Este chi es la energía vital, que al circular libremente
por el organismo restituye el sistema de salud, revitalizándolo al punto de
corregir, por ejemplo problemas circulatorios, alteraciones emocionales,
alergias, problemas posturales y otros.
Para mejorar esta circulación de chi, no hay mas que
practicar, las formas (tanto mejor cuanto mas tradicionales sean) de manera
prolija y atendiendo a las posiciones, aún a aquellas que nos parezcan poco
importantes o irrelevantes. Esto es porque al movernos estiramos, masajeamos,
activamos los canales por los cuales circula esta energía vital.
Tal como dicen los maestros Ancestrales, estas formas deben
ejercitarse periódicamente conservando la relajación, la continuidad y la
circularidad en cada una de las técnicas practicadas.
En el área dedicada al aspecto marcial, podemos hablar de
lo importante que resulta no descuidar este aspecto de la práctica, ya sea para
poder mantener la calma en una situación de riesgo, o para mantener la
tradición, y así mantener vivo el Arte.
Pero sin duda, el aspecto marcial mas importante, no está
presente en poder defenderse de una agresión externa, sino en saber defenderse
una agresión interior.
Dice el Tao Te Ching,
“... quien conoce a los demás es poderoso,
quien se conoce así mismo es sabio...
y esto es cierto también en lo marcial, ya que nuestro peor
enemigo, podemos ser nosotros mismos. Así como conocemos todas nuestras
habilidades, también así conocemos nuestras debilidades, y esto nos puede ubicar
en una situación de desventaja.
Dentro de la práctica del T’ai Chi Ch’uan se conoce como
“el tigre blanco”, ese tigre interior que nos conoce y puede separarnos del
verdadero camino del Arte.
Y por último el aspecto interior dedicado al cultivo del
espíritu, el que nos permitirá crecer por dentro, ya sea como marcialistas y
como individuos.
Desde tiempos antiguos las personas trataron de alcanzar la
inmortalidad, en todas partes del mundo alquimistas ingirieron pociones para
alcanzarla, sin resultados. Sin embargo los alquimistas taoístas, desarrollar
prácticas internas, ejercicios que no hicieron otra cosa que aumentar la salud,
y alcanzar así la longevidad.
No es poco común escuchar de practicantes de T’ai Chi
Ch’uan de noventa, cien o mas años de edad.
Pero es muy importante recordar las palabras de los maestros, estos aspectos no
se ejercitan por separado, forman parte de la misma práctica. Y se desarrollan y
crecen en el ámbito de una práctica seria y sincera de propósitos.
|