En oriente, mas precisamente en china, existe una variedad
de bambú, cuya semilla de cáscara dura es plantada, y a partir de ese momento se
le empiezan a dar solícitos cuidados.
En el primer año no se halla la mas mínima respuesta de que
dicha semilla fuera a fructificar, pero las personas que los cultivan tiene la
suficiente paciencia coma para esperar no dos, ni tres, sino cinco años, en cuyo
lapso siguen abonando, limpiando, y manteniendo el terreno con la humedad
necesaria.
A los cinco años y seis meses la planta de bambú crece más
de treinta metros de altura.
¿Es acaso que en tan solo seis meses se desarrolla de esta
manera?
Creo que tenemos que comprender que la planta ha tardado
cinco años y seis meses para manifestar su crecimiento.
En todo el tiempo que las personas que la plantaron no
vieron nada exteriormente, el bambú estuvo desarrollando sus raíces; que
luego, le permitieron sostener su gran envergadura con firmeza.
Para llegar a contemplar su magnitud se tuvo que tener, no
solo paciencia y dedicación, sino también confianza en las bondades de la
semilla.
Si no hubiera sido de este modo, la planta no habría
germinado.
Debemos comprender que cada cosa que hacemos necesita un
tiempo de maduración, aunque pensemos que nada ha cambiado, con cada nuevo
intento se generan distintas redes de raíces que nos servirán en algún momento
para crecer.
Texto repartido por la instructora Leonor Pijuán, al momento de inaugurar su
sede en el barrio de Santos Lugares el 9 de abril de 2005 |