El cultivo verdadero del Tao debe empezar por la observación de los elementos
simples que componen nuestra existencia, de hecho y en principio lo más
cotidiano.
Pues el hombre se construye poco a poco por estas cosas, y
justamente cuando de ellas nos alejamos el crecimiento del ego sirve para cubrir
el sentimiento de pertenencia hacia nuestro lugar en el Cosmos. Al no conectar
con sus esencia fundamental nuestra soledad producto del abandono del verdadero
lugar genera la necesidad de suplantarlo con el ego. Habiendo ego dominante el
corazón, al decir de los Maestros, se vuelve impuro: deja de ser genuino, de ser
si mismo, y
asimila otras fuerzas latentes que reemplazan su idoneidad. El egoísmo
como un fuego que no se puede extinguir se exacerba y se extiende dejando
cenizas, sedimentos y retazos del Sentir Interno, el Sentir pleno por Unidad. El
Sentir siendo Uno.
¿Pero que se puede hacer?
Obviamente con racionalizar no alcanza. Nuestro cuerpo debe conmoverse
físicamente también, fundamentalmente con ejercicios controlados (prácticas o
artes en lo posible). Pero todo ejercicio debe tener un propósito, sino son
meras sombras humanas que se pierden en el tiempo y no producen transformación.
La transformación permite la circulación interior de la energía porque hace
renacer en el organismo nuestras fuerzas y ánimos. Acostumbrados a lo lineal no
comprendemos el transformarse, solo el ejecutamos el claudicar, el rendirse, o
sea destruir todo cuando se pierde la coherencia perseguida (como si coherencia
o unidad fueran punto fijos en la vida o la existencia misma). No, debes
transformar. Transformar es modificarse para ser otro y volverse parte de otros
regresando a la esencia original de ser uno mismo.
La transformación será el resultado de nuestros ejercicios con un “sentido para
sentir”. Difíciles de explicar por su variedad y amplitud (que se suma al hecho
que deben adaptarse a la realidad de cada ser vivo), quizá podemos acordar el
obtener serenidad como primer propósito para nuestros ejercicios. Físicamente se
experimenta a través de la relajación, tanto como ausencia de tensión o como
flexible no-oposición.
Podríamos tomar a la serenidad como un fín pero aquí lo proponemos como ejemplo
de un sutil fluido que logre nutrir el Sentir del taoísta.
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